miércoles, 3 de febrero de 2010

27 de enero: Día del Holocausto

Juan Luís García │ LE PUIG

El día 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas liberan el campo de Auschwitz (hoy en territorio polaco) y son testigos incrédulos del horror genocida al que había conducido la política antisemita del régimen nazi durante la segunda guerra mundial: la jerga hitleriana, aséptica y eufemística, había denominado “solución final” a lo que hoy denominamos destrucción de las comunidades de los judíos europeos, si bien se suele utilizar los términos Holocausto o Shoah.
Tanto el lugar como la fecha se han convertido en referentes básicos de esa realidad histórica: parte de las instalaciones del campo de exterminio se convirtieron en 1947 en un inmenso “museo del horror” y treinta años después fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad; y cada año ese día se recuerda y conmemora lo que supuso el holocausto: se calcula en unos seis millones el número de víctimas, pertenecientes mayoritariamente a las comunidades del centro y el este de Europa.
Uno de los objetivos innatos del estudio y la divulgación del mismo que hace la Historia es dar a conocer los hechos, los datos y acontecimientos que han marcado el pasado y dejan una huella imborrable en los tiempos posteriores, así como pretender con el conocimiento de los errores y los horrores cometidos en tiempos pretéritos evitar su repetición y sensibilizar a la opinión pública, en general, de los peligros y situaciones inhumanas a las que se puede llegar con la defensa a ultranza de determinadas posturas ideológicas.
Desde otras disciplinas también se intenta acercar al público en general la realidad del Holocausto; así lo demuestran obras literarias, con mayor o menor carga de realidad o ficción, con mayor o menor dosis de sentimentalismo y/o empatía hacia las víctimas. Una de los últimos éxitos literarios recientes es buena prueba de ello: El niño del pijama de rayas. Desde las pantallas cinematográficas también se han hecho múltiples y muy diversos acercamientos al tema: la misma obra citada anterior fue llevada al cine y otros títulos como El pianista, La vida es bella o La lista de Schindler muestran distintas posibilidades de presentar los hechos.
Las recreaciones literarias o del cine no nos pueden, de todos modos, presentar en su totalidad las raíces y el conjunto de un proceso histórico complejo como fue éste y que en ocasiones suele utilizarse como instrumento para fines políticos actuales, ya sea por el propio estado de Israel que intenta a toda costa que no se olvide el holocausto y que no en pocas ocasiones lo ha utilizado como arma ideológica-política, o bien por aquellos que, incluso manipulando y tergiversando la Historia, hablan de revisionismo (realmente es negacionismo lo que sostienen) para oponerse a los objetivos y a la esencia misma del estado israelí.
Lo que no debemos olvidar, y por ello cada 27 de enero se conmemora esta catástrofe, es la auténtica realidad histórica de un hecho que tuvo lugar en un momento y unas circunstancias concretas, las implicaciones morales y éticas de un fenómeno que muestra los límites más abyectos de la naturaleza humana por parte no sólo de aquellos que lo perpetraron sino también de los que con su silencio o su inacción lo hicieron, en parte, posible. También es una efeméride que tiene que servirnos para mantener viva una posición de alerta vigilante, y combativa si es preciso, ante el despertar o la proliferación de posturas que justifican la exclusión y la discriminación, y que tiene que ayudarnos a entender que las penalidades y sacrificios que el Holocausto (u otros genocidios como el armenio de la primera guerra mundial o el vivido en Ruanda en los años 90 o las “limpiezas étnicas” de las guerras de los Balcanes a finales del siglo pasado) llevó consigo no deben repetirse, y que todos tenemos alguna responsabilidad en conseguirlo.
Juan Luís Garcia es el secretario del IES Puig Adam de Getafe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario